martes, 23 de junio de 2009

Revista Mito

Tomado del Articulo del Peridico Ciudad Viva - "Mito, que dio su nombre a una generación, también hablaba de cine"


Mito, que dio su nombre a una generación, también hablaba de cine

La revista Mito, fundada por Jorge Gaitán Durán y Hernando Valencia Goelkel, acompañados de intelectuales como Pedro Gómez Valderrama, Jorge Eliécer Ruiz, Jorge Luis Borges, Eduardo Cote Lamus, Fernando Charry Lara, fue, sin duda, la publicación cultural más importante del siglo XX. Es conocida su posición de izquierda, de verdadera liberalidad, a pesar de que algunos de sus más importantes colaboradores estuvieran afiliados al partido Conservador. El Comité Patrocinador era una nómina de lujo: Borges, Aleixandre, De Greiff, Paz. Publicó Mito, completo por primera vez, El Coronel no tiene quién le escriba y el Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo, de Gabo.La principal característica de Mito es haber estado en contacto con lo más adelantado de su tiempo, y reflejarlo en Colombia, sin dejar pasar su desprejuiciada posición frente al sexo, que causaba cierto escozor en la pudibunda sociedad bogotana de entonces, que ellos ayudaron a transformar. Fue tan importante Mito que, sin proponérselo, acabó prestándole su título a toda una generación, que hoy proclama con orgullo su nombre. En 1962, en su último número dedicado a los nadaístas (una muestra más de su apertura intelectual), se publicó la siguiente nota:

Jorge Gaitán Durán, fundador y director de esta revista, murió el 21 de junio pasado. Sus amigos y sus compañeros de Mito intentaremos, en el próximo número de la revista, dar testimonio de su memoria y su presencia.

Ese homenaje, prometido muy a la colombiana, nunca se llegó a imprimir, porque la revista murió con Gaitán Durán. Pero los nombres de Gaitán y de Valencia Goelkel, los fundadores de Mito, nunca se han olvidado.

El Mito del cine en Mito

Por Juan Gustavo Cobo Borda

Los cuarenta y dos números de Mito, publicados entre 1955 y 1962, fueron indudables pioneros en la historia de la crítica de cine en Colombia. Fiel a su tradición cosmopolita, Mito miró al mundo y prestó atención inteligente a este nuevo arte. Destaco, en primer lugar, el homenaje a Chaplin en su número cuatro, donde Jorge Gaitán Durán escribe sobre Tiempos Modernos, Hernando Salcedo sobre Monsieur Verdoux y Candilejas y Antonio Montaña repasa toda su trayectoria. Luego, su interés por el neorrealismo italiano y la nouvelle vague francesa, con su punto más alto en el luminoso ensayo de Hernando Valencia Goelkel sobre Hiroshima, mon amour de Alain Resnais, con guión de Marguerite Duras. Pero no se trata sólo de eso: su director, Jorge Gaitán Durán, viajero por Europa, reseñaba La strada de Fellini; Francisco Norden, desde París, hablaba de René Clair; y Guillermo Angulo, después de estudiar en Cinecittà, se preocupaba por traer a Colombia lo que significaba Los 400 golpes de Truffaut, y el conocimiento del gran guionista del neorrealismo, Cesare Zavattini, de quien tradujo un delicioso cuento: «Cine». Gretel Wernher, por su parte, se internará en los Secretos de mujeres de Ingmar Bergman.Acompañándolos, en varias ocasiones «el padre» Hernando Salcedo Silva reseñará los libros más recomendables para el estudio del cine, como lo eran la historia de Georges Sadoul y el clásico de Kracauer, De Caligari a Hitler, en torno al expresionismo alemán. Sin olvidar en ningún momento su devoción por el musical, las películas del oeste y de gangsters, en su inclinación por el cine norteamericano, como lo atestiguan sus notas sobre El hombre del oeste y Horizontes de grandeza, de Anthony Mann y William Wyler, con los legendarios Gary Cooper y Gregory Peck, respectivamente. Devoción en la cual lo acompañaría Hernando Valencia Goelkel, entusiasmado con Shane, de George Stevens. También vale la pena señalar que en 1955 Hernando Salcedo Silva comenta el Robinson Crusoe, de Luis Buñuel. Tendremos así un panorama variado y sugerente del cine contemporáneo de entonces, en una revista no dedicada específicamente al cine sino a la cultura en general. A esto se añade que el primer director del Cine Club Colombiano sería Luis Vicens, un catalán importador de libros muy unido a Mito, y luego promotor de cine en México. Mito, que dio su nombre a una generación, también hablaba de cineEn tal sentido, Mito también dio batallas contra la censura cinematográfica del momento, que prohibió, en 1958, la exhibición de Rojo y Negro, basada en la novela de Stendhal. El Siglo apoyó la censura al decir que la novela estaba en el Index y que la película había sido financiada por los comunistas. Gaitán Durán dijo al respecto: «Colombia es un país que ha escogido la inmovilidad». Y vio encarnar en ciertos ídolos personales sus sueños y aspiraciones. Tal la hermosa nota que Jorge Gaitán Durán escribió en El Espectador sobre Gerard Philippe, a raíz de su muerte, el 20 de diciembre de 1959: «Fue de cierto modo todo lo que nosotros hemos querido ser; nuestro esfuerzo desesperado por superar la corrupción y el terror de la vida moderna [...]. Nos impresiona que esta pulcritud, esta fogosidad, esta ambición, este esplendor, hayan sido vertiginosamente aniquilados por la absoluta miseria humana que es el cáncer». ¿No estaría la verdadera modernidad de Mito en haber hablado a tiempo de Hollywood y Visconti, de Cesare Zavattini [de quien se publica un relato a continuación], de Brecht y el cine, en haber traducido los diarios de filmación de Fellini en Las Romanas y en señalar cómo la forma de hablar de Cantinflas era la imagen más fiel de la oratoria política colombiana? Tal el acierto de Mito al referirse al cine.

3 comentarios:

  1. Interesante artículo aunque muy corto. Quisiera averiguar mas sobre uno de los personajes aquí mencionados; Pedro Gómez Valderrama. Cualquier dato envíelo a inphierno@gmail.com

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