DIAZ BORBON, Rafael. Conciencia Profesional y Profesión Docente. Opciones Pedagógicas 35 y 36 .Bogotá: Universidad Distrital Francisco José de Caldas – Proyecto Académico de Pedagogía, 2007.
El Profesor Rafael Diaz Borbon, expone de manera muy explicita y contundente, los elementos de una situación problemática al interior de la profesión docente, sobre el ser y hacer de la Profesión. Se expone, que los Educadores, toman una falsa identidad, es decir solo se ve la práctica profesional referida únicamente hacia el trabajo material, y no hacia el intelectual o sea hacia un compromiso con el conocimiento. Este reduccionismo de la profesión docente nos toca de manera profunda, ya que es un dilema ético latente que conlleva a que hoy día, los imaginarios y la praxis de la docencia, se vean cada vez más en detrimento.
La ausencia de la identidad, como primera categoría de análisis, se desarrolla paralela a la conciencia del individuo, ya que la identidad y la conciencia son el poder constituyente de cualquier profesión, de allí se desprende la ética relacionada con el trabajo a realizar. Lo que postula Antonio Gramsci en “La Formación de los Intelectuales”, en este caso, se hace pertinente para esta reflexión, “…todos los hombres son intelectuales; pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales”, y que los que tienen el rango mas elevado dentro de los intelectuales son los creadores de las diversas ciencias, de la filosofía y el arte, y son directamente relacionados con la organización de la escuela y de la cultura, además para Gramsci, “..de la actividad practica se tiene crear una escuela para los dirigentes y especialistas y por consiguiente, a crear un grupo de intelectuales especializados del grado mas elevado, capaces de enseñar en estas escuelas”.
En esta vía, podemos encontrar la importancia del Educador, que en esencia no recae solo en la enseñanza en un aula de una escuela, limitándose a dictar, y transferir datos a los estudiantes, sino recae en la función del Maestro en las líneas de conocimiento, es decir, en la investigación, en la producción del conocimiento para llevarlo a la práctica. Pero dada la situación de Colombia, en donde se ha extendido un largo imaginario frente a la profesión docente, que conlleva a que desde la misma economía y políticas estatales no se le reconozca positivamente al Educador, ha creado un estereotipo, y esto evidenciado en la Ley General de Educación – Ley 115 de 1994, ya que postula que cualquiera puede ejercer como Educador, esto sin duda da ánimos para que el desconocimiento del valor de la profesión docente en la sociedad, escuela, academia, se acentué más.
Dentro del análisis entra aquí la pedagogía fundamento científico de la educación, ya que en el conocimiento de esta y estudio de esta ciencia, recae la educación, y es catalogada como ciencia humana o ciencia social desde el paradigma cualitativo, hermenéutico y critico, como bien lo cita el profesor Díaz Borbón. La pedagogía así resulta ser la ciencia y la educación el objeto de estudio, pero esta verdad en el conocimiento, resulta ser incomprendida e ignorada por muchos intelectuales, inclusive por los mismos Maestros y, es allí donde se instala el problema de la Conciencia Profesional, ya que tener conciencia quiere decir tener conocimiento acerca de algo, una construcción que uno hace; si no se dispone de ese ‘algo’ se carece de conciencia acerca del mismo, se permanece en una ignorancia constante. La Pedagogía entonces como ciencia, tiene un lenguaje especializado y un bagaje conceptual especifico al igual que otras ciencias, lo que conlleva a que se le debe estudiar seriamente y sistemáticamente, para saber de ella, y no desconocerla cuando hablamos o reflexionamos acerca de la Educación.
Si se desconoce cual es la substancia del ser Educador, del trabajo que debe realizar, de la intelectualidad de éste como se afirmaba arriba, se aprecia claramente que la conciencia de la profesión, como del que es Educador, tiene falencias, y esto es una preocupación latente de las Facultades de Educación, y debería ser una preocupación como tal de la sociedad, y de las escuelas. Ya que se esta limitando a una educación bancaria, es decir una educación en donde el alumno paga y recibe a cambio datos, cultura, pero no se profundiza en estos. Esto debido a muchos factores culturales, sociales, económicos entre otros. Pero es allí en ese conjunto donde se puede apreciar que las dificultades sufridas en la Profesión Docente, se pueden apreciar desde la división del trabajo, como anota Díaz Borbón, en una sociedad como la nuestra donde esa categoría no se ha racionalizado como tal, la división entre trabajo material y trabajo, donde el trabajo material ha adquirido mayor aceptación, y el intelectual ha sido relegado a una penumbra. Empero si sabemos que las ideas en principio y la intelectualidad han conllevado al desarrollo científico tecnológico de las naciones, y así ha posibilitado el trabajo material, Latino América es un ejemplo en esa división del trabajo, su papel ha sido netamente el del trabajo material, el porcentaje de trabajo intelectual a sido mínimo, en resumidas cuentas nos hemos dedicado a la mano de obra calificada.
La profesión docente además ,para ubicar otro punto de discusión, se ha visto amenazada políticamente desde los años 60, donde se macartizaba a los intelectuales de izquierda por su posición crítica, cosa que se replica hoy en día. Esto va en dos vías, una en la máxima de “Quien tiene el conocimiento, tiene el poder”, y así mismo controla el poder político y económico, y otra en la posición de subcultura a la Docencia, ya que el Estado impide por diversas razones poner en limpio la identidad para el status quo, además el tratamiento político que se le ha dado al educador antes de la Constitución de 1991, era de impedir a toda costa la injerencia en la política por parte de los Educadores, era motivo de destitución. Luego de la Constitución de 1991, la Educación tomó otro rumbo, pero igual se ha impedido siempre desde las estructuras verticales, deslegitimar el oficio del educador, y se les dice frecuentemente que NO deben participar en política. Y eso se confirma hoy en día, con el sistema de gobierno en el que vivimos, donde se ha macar tizado a la educación publica y asimismo a los Educadores, tildándolos de subversivos y terroristas, algunos de ellos han sido desaparecidos, torturados y asesinados. Esto se refleja en un ejemplo, visto en una conferencia dad por el ex – ministro de Agricultura, quien dijo que el problema del país estaba en las Licenciaturas, y en las Facultades de Educación, ya que eran focos de terroristas, que no más significaban un cero a la izquierda.
La postura critica y política de la Educación y del Educador, son determinantes para definir quien se es profesionalmente, si no se sabe quien es solamente, se entra en el juego de los poderes dominantes en la esfera economía y en la de la política tradicional. Entonces, aquí se debe resaltar cual es el trabajo que cumple el docente, que es el de la investigación como praxis profesional, producción de conocimiento, pensamiento critico, reflexivo y transformador, que exceda la escolaridad. Además es importante resaltar en este ámbito la participación política institucional, es decir una Micro-Política, llevada hacia el liderazgo dentro de la comunidad educativa, hacia el impulso del rigor científico, e intelectual, compromiso con el conocimiento, y compromiso con su trabajo, ya que los resultados de su trabajo afectan a unos y a otros, en lo político, académico y también moral. Las acciones transformativas, deben estar encaminadas hacia un valor, y este es el de la crítica, interrogación y análisis. Al igual que el Maestro encuentra el conjunto de principios, como el respeto a la vida, amor por el estudio, responsabilidad con sus compromisos, honestidad, originalidad, creatividad.
Todo ello en conjunto debe orientar la actividad del Maestro. Esta problemática debe ser analizada desde las facultades de educación, y por los mismos educadores, ya que su identidad esta en juego, y la devaluación del oficio docente esta cada vez ensanchándose más y más. La función del educador debe ser lo que oriente el desarrollo del mismo, para que en la praxis se establezcan nuevos paradigmas y se afronten los problemas de la educación colombiana. Además de tener en cuenta la reflexión sobre nuestro papel en el trabajo, que si es dentro de la intelectualidad, estar en aras de su desarrollo dentro de la academia, dentro y fuera de la escolaridad.